El contrato es un acuerdo escrito que nos ayuda a pactar el resultado de la negociación, previa, entre arrendador y arrendatario. En él se fundamentarán las reglas de la relación jurídica que los vinculará durante la duración del arrendamiento.
Por ejemplo, cuando nosotros fijamos una renta o el valor de un precio de renta mediante un contrato, hacemos que durante el periodo que dure la renta no pueda variar esa cantidad, ni a favor del arrendador ni de el arrendatario. Se vuelve, entonces, en una norma que se tiene que obedecer en estricto sentido.
Reglamentamos la manera en la que debería de ser entregado y la manera en la que tiene que ser devuelto. Impactamos, en diversos casos, los servicios que tiene que pagar cada uno de las partes.
Al final de cuentas, el redactar eso y darle toda la propiedad que la ley determina para que sea invocable ante una autoridad jurisdiccional, nos garantiza que el pacto que se negoció y las condiciones en que se negociaron ese arrendamiento se obedezcan; y de alguna otra manera que puedan ser invocadas para que fuercen su obediencia, es decir, son normas civiles que terminan siendo coercionables a partir de una autoridad.
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